Nos ha tocado vivir una situación para la que nadie nos había preparado.
Tras varias semanas de reclusión en nuestros hogares en la lucha contra el COVID-19 tenemos claro que esto va para largo. Sabemos que cuando no se puede pisar la calle más que para ir a la compra o sacar la basura es fácil caer en la tristeza, la apatía o la desmotivación. Pero no te preocupes ¡no vamos a dejar que el Coronavirus se salga con la suya!
¿Por qué la convivencia entre familiares es más complicada?
En nuestra vida normal tenemos sensación de seguridad y control. Eso es lo que hemos perdido repentinamente de la noche a la mañana. Además, está la propia gestión del miedo en un panorama donde los informativos no dan demasiadas buenas noticias. Podemos tener miedo a enfermar (o en su caso, a no poder superar la enfermedad producida por el contagio), a la ruina económica, e incluso afrontar posibles pérdidas de seres queridos.
Por ello, dentro de un proceso de un confinamiento en casa que no sabemos lo que llegará a durar, pasaremos por diferentes estados y etapas. Desde la negación inicial, al abatimiento, a momentos de desahogo e hiperactividad, que no se manifestarán a la vez en todos los miembros de la familia. Es fundamental entender que todo esto puede ocurrir y que cada persona somos un mundo y tenemos nuestro propio ritmo, también para los sentimientos. Tengamos esto en cuenta para manejar los encontronazos o pequeñas discusiones que vayan surgiendo en el día a día en casa.
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