Al amanecer de cada día, una buena costumbre es separar un momento de serenidad.
Ante las situaciones difíciles que se experimentan en la familia, el trabajo y la comunidad, se necesita un momento de serenidad.
En situaciones de coraje y desesperanza, es indispensable y urgente un momento de serenidad.
Cuando se vive ajora'o y de prisa, apremia sin excusas un momento de serenidad.
En ocasiones que se siente el individualismo e indiferencia es tiempo de un momento de serenidad.
Porque la vida es valiosa y única es necesario y saludable un momento de serenidad.
En días de sofocación y falta de respiración, hay que relajarse con un momento de serenidad.
Bajo circunstancias de tristeza y pesimismo lo mejor es dar espacio a un momento de serenidad.
Si la temperatura está subiendo y no es un día caluroso, requiere refrescarse con un momento de serenidad.
Desde la quietud y el silencio de la noche, hay un rincón para un momento de serenidad.
En soledad o en compañía, hay que regalarse un momento de serenidad.
Se va la vida con sus alegrías e ilusiones sin dar lugar a un momento de serenidad.
Un momento de serenidad... hace la diferencia.
TMRA 2016
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